Cuando veo un niño jugar me pregunto donde estará la niña que mañana lo amará. ¿A qué estará jugando? tal vez estén los dos en la misma plaza y lo invite a jugar. Y él no quiera y se vaya corriendo, orgulloso e invicto. Quizás ella hable otro idioma y ahora esté en un parque lejano, jugando a un juego desconocido y que él nunca aprenderá. El destino es un conductor caprichoso que no aclara adónde nos lleva. A veces nos pone el amor a la vuelta de la esquina y otras, a miles de kilómetros. Tal vez nunca nos de ese regalo; o no lo veamos pese a sus intentos.
El niño que estoy mirando ahora no sabe nada de eso ni le preocupa saberlo, absorto en su juego. Sólo él conoce la trama que representa, pero está claro que la obra tiene lugar para uno solo, y en eso es implacable. No hay papel para esa niña pequeña. Esa que tal vez mañana le robe el corazón y que ahora apenas mira, molesto, desde las alturas del tobogán más grande de la plaza.
(C) Marcelo Suárez De Luna
Voz: María García Esperón
Música: Nightnoise
MMXI